domingo, 2 de diciembre de 2012

Mi nombre es ninguno

Anoche soñé con el atlas del mundo, del mundo físico, del mundo interno de cada uno, del mundo interno de ninguno y del mundo metafísico y me dijo como en el famoso espagueti western "mi nombre es ninguno" desplegué sus fastuosos tomos ante mi estupefacta mirada, en la primera página, encontré a un Napoleón, entumecido y roto, con la cara desencajada y las greñas despeluchadas blandiendo su espada con el tridente de Neptuno, levantávanse a sus alrededores gigantescas olas con crestas como fauces y gargantas oscuras sin fondo en las que se reflejaba de forma prismática el rayo de la luna llena.

En la segunda página se encontraba un torno que taladraba el cielo absoluto, al mismo diablo escribiendo pasajes del Mahabharata y el cerdo que intoxicó a Gautama.

En la tercera página encontré un mosaico de los manuscritos del mar muerto, los mapas del primer viaje a Australia y las cartas de navegación de Éric el rojo enlazadas con el manuscrito encontrado en Zaragoza.

El atlas se cerró en un aullido y se clavo en la pared de piedra carmesí, pero ahora puedo llamarlo cuando quiera, porque se cual es su nombre, su nombre es ninguno.